Dice la canción “que algo se muere en el alma cuando un amigo se va…”, pues más aún cuando el que se va es un hermano…en el más hermoso sentido que esa palabra tiene.
Todos los que hemos tenido la suerte de vivir a su lado estamos desconsolados. Es duro entender a veces lo que la vida nos depara y lo queremos tanto…
Una vez le dije que le tenía envidia y él humilde siempre se rio y me dijo: ¿envidia de mi?. Sí hermano te tengo envidia porque todo el mundo que habla de ti siempre lo hace poniendo el adjetivo bueno por delante…¡qué gran título y qué merecido!
Poco a poco y con el paso del tiempo su físico se había adecuado a su espíritu y se había ido convirtiendo en un abuelo entrañable cada vez más cercano a Papa Noel y de sonrisa perenne.
Trabajador, sencillo y muy humilde seguramente no querría que publicáramos estas palabras ya que no quería nunca ser el centro de atención. Cuando se jubiló tuvimos que engañarlo para darle un merecido homenaje porque siempre huyó de halagos y premios.
Sin embargo que gran herencia nos deja, un legado de amor y de alegría; y aunque ahora nos sintamos tan tristes sabemos que hay que recordarlo como se merece…con una sonrisa en los labios y las manos tendidas para ayudar a quien lo necesite.
A pesar del dolor nos sabemos afortunados, desde ahora en el cielo tenemos “enchufe” porque muy cerquita de Dios en el lugar reservado a los hombres de corazón puro va a estar el Hermano Valentín y nos va a cuidar a todos como él sabe hacerlo.
Damos gracias a Dios por habernos dado el regalo de su presencia y su compañía durante tantos años y le pedimos fuerzas para continuar nuestra labor como lo habría hecho él.
Descanse en Paz
Pauli Morala
Directora del Centro La Salle El Carmen
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